Cuando pienso mi vida me veo agotado, sin energías, desorientado, lento, viviendo una vida que no es la mía. Pero luego lo pienso y la vida que vivo la he decidido yo y nadie más, entonces no tengo por qué quejarme... pero me encanta quejarme. Claro está que una cosa es quejarse actuando y otra es limitarse a lamentarse, que eso no lleva a nada, es bastante patético.
Ya perdí el hilo otra vez, ya ni sé que quería escribir.
Hoy todo me da vueltas, tengo mi mente entre un sueño que quiere vivir y una realidad que tiene que vivir. Y a ratos el sueño coincide con la realidad, pero luego la realidad adquiere ese matiz que le da la rutina y el pasar el día a día sin saber para donde voy que revuelve todo en mí. Ahi es cuando más odio mi realidad y pienso que debo deshacerme de todo, pero luego lo pienso más y veo que mi realidad no es nada mala, que simplemente falta encajar ese sueño para aumentar las ganas de vivir, para ser conciente, para volar.
